Por Belén Rosa de Gea*.-
Quisiera comenzar mirando una fotografía. Las fotografías no son huellas neutras de la realidad, sino que están siempre mediadas por la mirada; una mirada preñada, en el caso de quien les habla, de afectos y relaciones personales. Lo que debiera ser un testimonio fidedigno da cuenta sin embargo de un engranaje sentimental que, pese a ello, pretende acercarles este asunto con cierta vocación de objetividad, por paradójico que ello sea.
Esa fotografía fue tomada una tarde de enero de 2016. Cumplirá por lo tanto en unos días su primer lustro de vida. En ella, un numeroso grupo de personas se sienta en círculo sobre las tarimas de un escenario en ese enclave ya tan familiar y querido al que llamamos El Luzzy, nuestro centro cultural. A falta de un espacio mayor para dar cabida a reunión tan numerosa, las personas congregadas, entre las que me encuentro, escuchan con atención a una desconocida que habla. Han concurrido allí a la llamada de nuestro Ayuntamiento tras expresar el deseo, en noviembre de 2015, de que se contara con ellas.
Así fue como comenzó todo. En aquel otoño de 2015, la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cartagena convocó a la ciudadanía a unas jornadas que llamó “Cartagena. Cultura y Municipio” con el objeto de encarar una nueva estrategia cultural, audaz y novedosa, partiendo de un gran debate público sobre la realidad cultural de entonces y las líneas de trabajo que habrían de desarrollarse en el futuro; un debate que era, como se señalaba en la llamada, una oportunidad para participar y apropiarse del porvenir cultural del municipio y del proceso de definición de un proyecto cultural compartido. Con ese fin se formaron diferentes comisiones de trabajo que atendían a las necesidades de cada sector (Artes Escénicas, Cine, Comunicación, Música…), y donde concurrieron profesionales de cada ámbito, así como ciudadanía en general, interesada por algún aspecto de la cultura. No daría cuenta plena de la verdad si silenciara aquí el papel decisivo del coordinador de Cultura, Patricio Hernández, un visionario audaz que supo ver y espolear la puesta en marcha de esas jornadas como una oportunidad original y sin precedentes de gestionar y agitar la vida cultural pública. De Patricio no podría hablar sin dejar traslucir mi mucha admiración y cariño por ser el hombre íntegro que es, inteligente y sensible.
Entre aquellas comisiones había una denominada “Ciencia y Pensamiento”, el germen del Grupo Promotor del programa Cartagena Piensa, que reunió a profesorado de secundaria, estudiantes, gente curiosa e interesada por algún aspecto de la ciencia o de la filosofía; personas, en fin, algunas de las cuales hubieron de distanciarse después apremiadas por las circunstancias personales, pero que siguen acompañando y animando con su aliento el trabajo de quienes quedamos en pie.
Allí, en aquella comisión ciudadana, se forjó la idea, diría que grabada a fuego en nuestras conciencias, de la necesidad de incorporar el pensamiento, la filosofía y la cultura científica a la programación municipal como requisito imprescindible para conformar una ciudadanía crítica. Una ciudadanía con capacidad de intervenir en los debates sobre los problemas y retos que nos conciernen como sociedad y como especie, sacados del ámbito del saber experto y llevados al ágora, a la plaza pública: una condición sine qua non para conformar una democracia en sentido cabal, es decir, una democracia participativa. En esta manera de mirar y de conformarnos como grupo y programa ha sido siempre decisivo el acompañamiento del filósofo Antonio Campillo, que desde su cargo en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Murcia ha alentado y ayudado generosamente cuanto ha sido posible. A él le debemos también que hoy seamos la realidad que somos.
El grupo promotor del programa Cartagena Piensa se ha ido enriqueciendo a lo largo del tiempo con las aportaciones de compañeras y compañeros, ciudadanas y ciudadanos comprometidos, que han sumado su entusiasmo y su tiempo a un proyecto que seguirá nutriéndose con nuevas incorporaciones en adelante. Con su trabajo desinteresado, sumado al de infinidad de colectivos y asociaciones locales de todo tipo, así como de instituciones públicas administrativas y de enseñanza, sale adelante cada trimestre este programa que acoge, asiste y ampara económica y técnicamente la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cartagena. Una iniciativa original, un novum en la manera de hacer políticas públicas y de gestionar los recursos, a la que miran con fascinación e interés otros municipios de nuestro entorno.
Cartagena Piensa ha conseguido hacerse un hueco importante en la vida cultural de la ciudad, los barrios y diputaciones, sin perder la vocación primera de animar a pensar críticamente el mundo. Lo ha hecho atrayendo a grandes nombres del pensamiento y de la ciencia, pero también adentrándose con actividades diversas en esos pequeños espacios de convivencia que son los barrios, donde se fragua la vida cotidiana con sus intereses y desvelos.
Así que aquella fotografía que cumple ahora cinco años, y con la que comenzaron estas palabras, recoge un momento inaugural grande y emocionante. Una aventura que ha de avanzar con el compromiso de las diferentes administraciones públicas que nos asistan, a las que hemos de seguir convenciendo de la necesidad de pensar la realidad que vivimos, atendiendo y acompañando a una ciudadanía que ha de hacer más grande y rica nuestra vida en común.
*Belén Rosa de Gea, doctora en Filosofía, miembro fundacional del grupo promotor del programa Cartagena Piensa.
*Artículo aparecido en el espacio de Foro Ciudadano de la Región de Murcia el sábado 16 de enero de 2021: https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2021/01/16/cartagena-piensa/1179894.html?fbclid=IwAR1xEEX7Uk05kNtxxM7x8r0RZIrrsYbfwUCP9duOo1u9qkNY1XYj3d33NrI