Reseña: El derecho a una muerte digna: un debate social necesario

Comenzando el ciclo de Cafés con-ciencia de nuestro programa Cartagena piensa para este nuevo año nos reunimos en la cafetería El Soldadito de Plomo unas veinticinco personas de procedencia variada. Agustín Soto Rubert presentó a Maria Jesús García Ruiz, trabajadora social y miembro de la Asociación Cultural Femenina Ítaca y nos adentramos en un tema tan delicado y polémico como es el del derecho a una muerte digna.

Comenzó la exposición la ponente aludiendo a un proyecto de ley orgánica sobre la Eutanasia que ha presentado el 19 de enero de este mismo año en el Congreso de los Diputados el grupo parlamentario Unidos Podemos (UP) y Confluencias. En España no existe una ley estatal específica de muerte digna, solo seis autonomías: Andalucía, Aragón, Navarra, Canarias, Baleares y Galicia- cuentan con regulación al respecto. Comentó que a nivel estatal solo existe la ley genérica de la autonomía del paciente de 2002 que establece que éste «tiene derecho a decidir libremente» entre las opciones clínicas disponibles (art.2.3) y que «tiene derecho a negarse al tratamiento» (art.2.4). En su artículo 11 regula también las llamadas «instrucciones previas» para dejar por escrito su «voluntad» sobre los cuidados y tratamientos que desea recibir en caso de que llegue a una situación en la que no pueda expresarse.

Abierto ya el debate, intervienen, entre otros, los miembros de la Asociación Federal Derecho a Morir Dignamente (DMD) aconsejando sobre cómo hacer valer el documento de últimas voluntades, el papel de las acompañantes, la feminización del rol de ayuda tanto en la enfermedad como en los últimos momentos… A propósito de la relación de las mujeres y la asistencia en la muerte se mencionó el libro: La acabadora de Michela Murgia.

Durante más de una hora conversamos sobre el derecho también a una vida digna y la importancia de los cuidados paliativos, concluyendo que este servicio funciona muy bien en nuestra región, según comentan. Salió también a la palestra la situación preponderante de la religión católica en un país aconfesional como es el nuestro, que se apodera –según alguien señaló– de la espiritualidad y la reconduce de una manera sesgada, las dificultades de implantación del laicismo, o la externalización de la muerte a través de servicios ajenos, que contribuyen a la dejación de nuestras propias decisiones al respecto en manos de otros. Finalmente destacamos cómo nuestra sociedad hace de la muerte un tabú, lo que dificulta enormemente el debate en profundidad.

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